diumenge, 24 de juny del 2018

Gosem parlar de religió




Saenredam 1642


"La religión es parte de ese mundo que hemos creado con nuestra mirada, soñado. La religión es creación nuestra, aunque en algunas ocasiones y lugares los humanos hemos soñado dioses que se nos aparecían y nos revelaban su palabra, su religión. La religión es la forma en que hemos formulado hasta hoy la conciencia de que la vida humana es mágica y trascendente. El conocimiento de las distintas dimensiones de la trascendencia está repartido entre las diversas formas de religión, del panteísmo y el chamanismo al sintoísmo o a las religiones monoteístas. Del extatismo budista al dramatismo y la escatología del judaísmo y el cristianismo. Todos los momentos y formas de la vida trascendente están en las religiones, desde la disolución del yo hasta el darle sentido a la historia colectiva.

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Para los europeos existieron otras dimensiones de la experiencia religiosa, como bien nos recordó Rudolf Otto en su ensayo sobre lo sagrado, pero para las generaciones que hoy ocupan el poder y son hegemónicas no hay sitio ya para el sobrecogimiento y el espanto ante lo numénico, no invocamos a los dioses y tampoco nos visitan. Hace mucho ya que Hölderlin los extrañó y añoró. Nuestro yo orgulloso no se humilla, no se arrodilla ante dios alguno ni ante nada. Somos libres, pero ¿y si nuestro secreto fuese que necesitamos ser humillados, domados como los caballos? ¿Es el masoquismo el centro oculto de nuestra cultura moderna? ¿Seguro que podemos vivir sin la gran culpa? ¿Se puede vivir sin absolución? ¿Ante quién nos humillaremos avergonzados para implorar perdón por lo imperdonable? Vergüenza y culpa, son tan poco modernas; pero están en nuestro ADN, aunque lo neguemos.

Entre nosotros sólo queda sitio para el leve estremecimiento ante un paisaje impresionante o el arrobo de la música. Las emociones que nos producen los Requiem de Mozart, Verdi, Britten o Fauré, por ejemplo, son una anomalía que manejamos escrupulosamente y que depositamos en un lugar donde no nos perturba, el campo del arte, pero que no dicen nada a nuestras vidas cuidadosamente escindidas y compartimentadas. Para nosotros es música eviscerada y deshuesada, olvidamos su centro, un rito sagrado, y disfrutamos de su envoltura esterilizada. Somos cursis hasta la refinada crueldad, no salvajes.

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Las religiones, además, nos proporcionan algo que necesitamos, además de los mitos, los ritos. Igual que nuestra civilización es una emanación del judeocristianismo también en nuestra vida civil y profana conservamos el eco de los ritos religiosos que articularon nuestra vida, ritos de recibimiento, de paso y de despedida. Y que nuestra mente sigue necesitando, o nuestra alma. El rito es un lenguaje necesario entre nuestro yo y el mundo y se da la paradoja de que cuanto más perdamos los ritos articuladores de nuestra vida más rituales neuróticos crearemos; cuanto menos significado tengan los actos de nuestros días y menos pautados estén más compulsivos seremos, menos dueños de nosotros.

En realidad una vida sin religión o religiosidad, sin sentido de trascendencia, no es plenamente humana pues lo específicamente humano, el lenguaje, nace para solucionar un problema propio de nuestra especie, la conciencia insoportable del yo y su límite, la muerte. Con el lenguaje es con lo que nos esforzamos por romper nuestra soledad e integrar la muerte en nuestras vidas, darle sentido y eso lo consigue el lenguaje religioso, es lo que nos permite hablar con nuestros muertos y situar en el tiempo a nuestros descendientes. Somos los que hablamos a los muertos, esos somos. Y la religión es la emoción que acompaña a nuestra inteligencia."


Suso del Toro a La Vanguardia/Culturas del 05.03.2008