La religión es fundamental para las personas y para las sociedades. Permítanme esta rotundidad en mi afirmación, que requiere las pertinentes explicaciones.
¿Qué entiendo por “religión”? La entiendo como el camino de búsqueda de la experiencia de Dios. Y, a través de la experiencia, de cierto tipo de conocimiento. Y, desde esta experiencia y este conocimiento, el intento de hablar de ellos. Con símbolos que apuntan en una dirección, con palabras siempre insuficientes para expresar lo que se desea decir. Símbolos y palabras que a su vez devienen estímulo y camino para aspirar ala experiencia. La religión es, pues, el ámbito antropológico donde se trabaja el espíritu. Y las religiones son paquetes simbólicos, teóricos e institucionales generados por diferentes culturas en determinados momentos históricos en el seno de los cuales se ha trabajado el espíritu.
¿Qué entiendo por “religión”? La entiendo como el camino de búsqueda de la experiencia de Dios. Y, a través de la experiencia, de cierto tipo de conocimiento. Y, desde esta experiencia y este conocimiento, el intento de hablar de ellos. Con símbolos que apuntan en una dirección, con palabras siempre insuficientes para expresar lo que se desea decir. Símbolos y palabras que a su vez devienen estímulo y camino para aspirar a
¿Qué entiendo por “fundamental”? Entiendo “base sólida para construir”. La religión no sólo es “interesante”, no sólo es “importante”: es fundamental. Sin la apertura y la receptividad al misterio, sin el procurar ir más allá, elevándonos por encima de lo que nos viene dado, por encima de nuestra condición espontánea, sin la pasión y la fascinación por lo que es más que nosotros, sin las ganas de adentrarse en este desconocido (por ello es noche oscura, vacío; por ello es luz cegadora, fuego devorador), sin el empuje para llevar a cabo este viaje incierto hacia no sabemos donde, no acabamos de ser tan plenamente humanos como podemos ser, ni alcanzamos entre nosotros en toda su intensidad posible el generoso vínculo comunitario que nos compromete fraternalmente.
¿Qué entiendo por fundamental “para las personas”? Entiendo que nuestra identidad no alcanza todo el esplendor de que es capaz sin la dimensión religiosa. Nos podemos conformar con menos, ciertamente, y a menudo lo hacemos porque el camino religioso es difícil e incierto. Pero no nos abrimos del todo a la novedad, al ir más allá, si no emprendemos este viaje.
¿Qué entiendo por fundamental “para las sociedades”? Pues que el tener en cuenta en la dinámica social las aportaciones de los que se adentran en la dimensión religiosa (aunque no todas las personas la asuman personalmente), facilita a las sociedades superarse y procurar ser un poco más regidas por relaciones fraternales. El vínculo social ya no es entonces sólo el interés compartido, la seguridad, la mejor supervivencia; es construir algo nuevo, trabar un tipo de interrelaciones que nos hacen a todos más humanos y dan calidez y propósito a nuestra existencia.
¿Cómo se lleva a cabo el camino religioso a nivel personal? Se puede hacer en el marco de una única tradición religiosa, la que sea mientras la persona encuentre en ella impulso y vehículo para llevar a cabo su indelegable viaje. O se puede hacer marcados por una tradición que nos es referencia central pero abiertos y en contacto con las sugerencias de otras tradiciones. Sabiendo siempre que ninguna tradición es la “única veradera”, ni tampoco “la más verdadera”; que todas son hijas de diferentes contextos históricos y culturales y que comparten la aspiración a facilitar el viaje, a ser caminos hacia la experiencia inefable. Y sabiendo que no tendría sentido prescindir de estas tradiciones a la hora de llevar a cabo el viaje: necesitamos las herramientas, los mapas, los indicios, los estímulos, las orientaciones que ellas proporcionan. No podemos actuar como si ellas no hubieran existido; no podemos sostener que ya no sirven para nada, que ha acabado su tiempo. La historia construye sobre la experiencia, recoge al pasado en su seno, aunque sea reelaborándolo o comprendiéndolo de una forma nueva. La historia abre nuevas perspectivas, imprevisibles, pero no puede prescindir de lo que ha sido. Las tradiciones religiosas están aquí para ser asumidas, no para ser ignoradas o rechazadas.
¿Cómo se lleva a cabo este camino a nivel social? Pues desde la irreversible asunción de la libertad religiosa, la diversidad religiosa y la respetabilidad religiosa. Libertad religiosa: emprender el camino religioso es una opción libre de cada persona, y adherirse a una u otra tradición es también libre. Ni se impone la religión, ni se impone una religión. Diversidad religiosa: históricamente ha sido posible construir sociedades con un único referente religioso, pero actualmente esto ya no es posible. En nuestro mundo globalizado todas las tradiciones religiosas son patrimonio de todas las sociedades y de todas las personas. Respetabilidad religiosa: los caminos religiosos deben respetar siempre los derechos fundamentales de las personas y la convivencia pacífica de las sociedades; el recurso a la imposición y a la violencia no es nunca legítimo. Y las sociedades deben respetar a aquellas personas y grupos que se internan por caminos religiosos, con un respeto activo que no significa sólo “dejar hacer” sino escuchar atentamente y tener en cuenta lo que estos caminantes aportan desde su experiencia.
(Una versió més breu d'aquest text va ser publicada a La Vanguardia el 02.05.2006)
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