Bellini 1472 |
"¿El progreso humano condenará irremisiblemente a la Piedad? La ética moderna ha pretendido substituirla con diferentes virtudes o valores: tal la filantropía, la cooperación y la justicia. Hoy se pide siempre en nombre de la justicia y lo que se otorga se hace, igualmente en nombre de ella. ¿Será suficiente? ¿Podrán justicia cooperación, etc. llenar ese hueco sentimental, anímico de la Piedad, y como ella, alimentar la llama de la creación? ¿El corazón humano, y sus entrañas, podrán ser satisfechos nada más que con lo que se les otorgue por justicia? ¿La angustia en que hoy nos debatimos podrá ser disipada con remedios nacidos de la mente? Razón y justicia son hermanas, andan juntas, la una es en la práctica lo que la otra es en el conocimiento. Pero su imperio absoluto supondrá que el hombre se ha convertido en un ser que sólo necesita conocer las cosas visibles y tangibles, y sustentarse de ellas. Si no sólo de pan se vive, quiere decir que la justicia y la razón no bastan.
¿No habrá, además de los saberes distintos y claros, necesidad de otros, menos distintos y claros, pero igualmente indispensables? ¿No habrá cosas y relaciones tan sutiles, ocultas e indiscernibles que sólo por el presentimiento o la intuición sean captables? ¿Se podrá prescindir de la inspiración? En suma, digamos ya la palabra temible que hemos estado celando hasta ahora. ¿No habrá siempre más que ordenando, sustentando a todo lo claro y visible, a lo que se puede enumerar, un cimiento de misterio? Fondo último y abismal de la realidad inagotable que el hombre siente en sí mismo, llenándole en los momentos felices y en los de sufrimiento; dicha y padecer, se nos aparecen infinitos. Y en ellos es cuando sentimos que la realidad no sólo nos toca, sino nos absorbe, nos inunda.
Piedad es saber tratar con el misterio. Por eso su lenguaje y sus modos han repugnado tanto al hombre moderno que se ha lanzado frenéticamente, a tratar sólo con lo claro y distinto. Descartes asignó como cualidades a las ideas, la “claridad” y la “distinción”. Nada puede objetársele. Pero insensiblemente hemos llegado a creer que “claridad y distinción” son igualmente las notas de la realidad. Y la verdad es que no sólo algunas realidades, muy contadas, puede alcanzar ese privilegio, ésas a las que aludíamos antes, diciendo que son las que alcanzan definición. Mas queda un inmenso territorio que nos envuelve y abraza, que nos rechaza sumiéndonos a veces en la angustia y la desesperación, y esa no es clara ni distinta. Y ahí está; hemos de vérnosla a cada instante con ella. Es simplemente nuestra propia vida. El misterio no se halla fuera; está dentro y en cada uno de nosotros, al par que nos rodea y envuelve. En él vivimos y nos movemos. La guía para no perdernos en él, es la Piedad."
María Zambrano (1989)
(gràcies a la Belén Marín per haver-nos fet conèixer el text del que està extreta aquesta cita)
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